Era un anciano de barba larga, con una dentadura de oro postiza, que solo vivía de sus historias para poder llevarse a la boca un pan y algo caliente para mantener su débil cuerpo, pero muy creativo al contar sus relatos, según él eran hechos de la vida real, mayormente de su vida.
Todas las tardes
había un grupo de jóvenes que se reunían en
el viejo roble junto al rio, donde ánimas el anciano se les aparecía
para contarles una nueva historia, cuenta que en sus tiempos cuando el servía
para el ejército, había un almacén donde se guardaban cosas viejas y antiguas,
que cuando llegaba las doce, se escuchaban ruidos extraños, hasta
escalofriantes, un día más pudo su curiosidad y entró al almacén para observar
lo que sucedía, se dio con la sorpresa de que todas las noches en ese almacén
jugaban cartas unos duendes, criaturas pequeñas con caras horribles y risas
escandalosas, sintió un poco de miedo, pero intentó acercárseles y jugar con
ellos a las cartas.
Los duendes sin
miedo a nada le dijeron que si podía jugar, pero que debería apostar algo y
como ellos son amantes del oro, justo hay una momento en que el anciano sonrió
y dio un claro brillo en su dentadura por lo cual los duendes lo querían para
ellos, el anciano aceptó, y él pidió que si ganaba le concedan tres deseos
ellos aceptaron, empezó la primera partida y el anciano ganó y otra vez y otra
vez, y los duendes furiosos de haber
perdido aquella dentadura que los inquietaba, quisieron hacerle una trampa y
arrancarle los dientes al anciano, pero este más astuto recordó que ellos no
pueden tener un trébol de cuatro hojas cerca este cogió un costal y metió a
todos los duendecillos y dentro metió el trébol de cuatro hojas, el cual amarró
y colgó en aquel viejo roble de donde estaban aquellos muchachos, ya habían
pasado más de veinte años y aquel costal sigue ahí.
Los jóvenes
despavoridos corrieron asustados por
aquel costal, cuando de repente se aparece en el camino otro anciano, y les
dice tranquilo muchachos no huyan siéntense que yo les contare otra historia
para calmar este susto, pero antes les agradeceré su colaboración con un pan duro
no importa, pero de lago hay que alimentarse, un joven colaborador le regala
unos pedazos de pan y el anciano comienza a contarles una nueva historia, yo
tenía dos perritos uno se llamaba relámpago y el otro colmillo siempre me
acompañaban a todos lados, es que soy tan viejo y no puedo andar así no más por
el bosque y sólo, todos los días los llevaba al rio, este que esta junto al
gran roble, una mañana quise bañarme en ese rio y sin querer resbalé. Mis
perritos sin pensarlo intentaron ayudarme y me salvaron de aquel accidente que
pudo haber sido terrible y ya no estaría aquí tranquilizándolos de aquel cuento
que los asustó.
Y el anciano
siguió relatando la historia, los jóvenes más tranquilos, regresaron a casa y
agradecidos con el anciano, si saber que era el mismo ánimas que tenía el poder
de ser un anciano pero con diferentes rostros, y ¿cómo puede hacerlo? Fue uno
de los deseos que ganó en la apuesta a los duendes en el juego de cartas.
CUNYA MOYANO.TANIA
T. CONTRADICTORIO
T. CONTRADICTORIO