martes, 4 de diciembre de 2012

SOLO EN MIS SUEÑOS


Cada mañana al despertar busco tu sonrisa en el amanecer  que alegre  mis días, busco tu mirada, tan tierna, tan mágica que ilumine mis noches y en mis dulces madrugadas busco aquel beso perfecto que solo en mis sueños encuentro.

Ana cristina era una joven soñadora, cabellos dorados, unos ojos grandes color café, esas de aquellas que de repente quedaban pocas, enamorada de la vida, ilusionada por todo y es que desde el momento en que sus ojos quedaron impregnados en la mirada de aquel muchacho que pasaba todas las mañanas por el jardín de su casa, también  por las noches  después de salir de clase, la tierna muchacha no dejaba de imaginar lo bonito que sería ser parte de aquel muchacho que le roba el sueño.

A pesar de que solo lo veía pasar en las tardes y por las noches, cada vez que la luna se asomaba a la ventana pedía tener el privilegio de soñar con él, todas las noches era igual y por más que lo deseaba era algo extraño no poder hacerlo incluso se quedaba horas pensando que ¿Qué hará? ¿Qué le gustará? ¿Cuáles serán sus sueños? Entre miles de preguntas que solo a ella se le ocurrirían.

Pasaban los días, se asomaba a la ventana al amanecer solo para verlo pasar y calmar el consuelo de no poder soñar con él, pasaron meses y ella no se atrevía hablarle pero cada vez la presencia del muchacho era menos, había días en que él no pasaba por aquel jardín llena de rosas blancas y noches que no regresaba a culminar la noche de Ana cristina.

Ana Cristina muy preocupada porque el chico de la tierna mirada no pasaba por aquel jardín decide una día bajar y esperarlo y por suerte pasó, estaba un poco decaído y llevaba en las manos un fólder cargado de documentos cuando sin querer se tropieza y se le caen todos los papeles y es justo cuando Ana Cristina de acerca y se ofrece ayudarlo.

El muchacho muy agradecido  solo atina a sonreírle y se marcha como siempre, hasta llegar la noche para regresar  a su hogar, en ese momento ella lo observó atentamente y vio en su mirada algo extraño, no era la mirada que alguna vez sus ojos quedaron sorprendidos hacia él, se quedó con esa inquietud porque sentía que algo le sucedía.

Continuaron los días, pasaban las noches hasta que ella decidido hablarle, justo la luna estaba en todo su esplendor era la única entre tantas estrellas la que brillaba más, Ana Cristina se puso un vestido rosa, rizó sus cabellos dorados y pintó sus labios color carmesí quería estar bonita para él aunque aquel muchacho no lo supiera.

Usualmente el solía pasar a las ocho de la noche, eran las nueve, las diez, las once y no pasaba, al día siguiente fue lo mismo, y al otro igual así pasó una semana en la espera de que aquel anhelado joven pasara por el jardín y alegrara sus mañanas, ella estaba triste porque no podía saber que pasaba, hasta que una noche la luna volvió a salir más hermosa de lo que ya era y Ana Cristina le pidió a la luna que la deje soñar con él para saber que pasaba, es lo que más quería, por favor querida luna decía, esta noche no me abandones déjame soñar con él.

De pronto la dulce muchacha quedó profundamente dormida y apareció en un hospital, todo estaba en silencio, y solo podía alcanzar a ver una puerta blanca al terminar el camino, se dirigió hacia allá, y estando tras la puerta lentamente giró la manija y vio al chico de la linda mirada postrado en una cama, triste y sólo, ella se acercó y le dijo: -tenia tantas ganas de verte y saber porque no pasabas por mi jardín, y con una lágrima en los ojos él le responde: - lo siento pequeña de cabellos dorados, yo también tenía ganas de verte por tu ventana, discúlpame si nunca me atreví a hablarte y  la vez que me ayudaste a recoger mis papeles te regalé una sonrisa, pero es que sabía que este momento llegaría en el que ya no esté aquí y no quiero que sufras, ella muy acongojada: - No me digas eso, yo pude estar contigo siempre y darte las fuerzas necesarias para que el tiempo pase más lento y podamos compartir lindos momentos, él: - ya es tarde, lo siento tanto pequeña y si hoy estoy aquí en tus sueños, es porque la luna me comentó que era lo que más anhelabas, ahora estoy aquí, contigo, búscame en cada amanecer con una sonrisa, Busca mi mirada en el anochecer pero más aún búscame con el beso que siempre soñé, con estas palabras ella se acerca a él y sellan con un esperado y tierno beso aquel sueño que tanto esperó Ana cristina, hasta que poco a poco se iba desvaneciendo el sueño y despierta con un suspiro de nostalgia y unas lágrimas en los ojos, corre hacia la ventana y el alma de aquel muchacho pasó por su jardín diciéndole adiós.
CUNYA MOYANO, TANIA
ESPACIO-INTERIOR
 

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