Cada mañana al despertar busco tu
sonrisa en el amanecer que alegre mis días, busco tu mirada, tan tierna, tan
mágica que ilumine mis noches y en mis dulces madrugadas busco aquel beso
perfecto que solo en mis sueños encuentro.
Ana cristina era una joven soñadora,
cabellos dorados, unos ojos grandes color café, esas de aquellas que de repente
quedaban pocas, enamorada de la vida, ilusionada por todo y es que desde el
momento en que sus ojos quedaron impregnados en la mirada de aquel muchacho que
pasaba todas las mañanas por el jardín de su casa, también por las noches después de salir de clase, la tierna muchacha
no dejaba de imaginar lo bonito que sería ser parte de aquel muchacho que le
roba el sueño.
A pesar de que solo lo veía pasar en
las tardes y por las noches, cada vez que la luna se asomaba a la ventana pedía
tener el privilegio de soñar con él, todas las noches era igual y por más que
lo deseaba era algo extraño no poder hacerlo incluso se quedaba horas pensando
que ¿Qué hará? ¿Qué le gustará? ¿Cuáles serán sus sueños? Entre miles de
preguntas que solo a ella se le ocurrirían.
Pasaban los días, se asomaba a la
ventana al amanecer solo para verlo pasar y calmar el consuelo de no poder
soñar con él, pasaron meses y ella no se atrevía hablarle pero cada vez la
presencia del muchacho era menos, había días en que él no pasaba por aquel
jardín llena de rosas blancas y noches que no regresaba a culminar la noche de
Ana cristina.
Ana Cristina muy preocupada porque el
chico de la tierna mirada no pasaba por aquel jardín decide una día bajar y
esperarlo y por suerte pasó, estaba un poco decaído y llevaba en las manos un
fólder cargado de documentos cuando sin querer se tropieza y se le caen todos
los papeles y es justo cuando Ana Cristina de acerca y se ofrece ayudarlo.
El muchacho muy agradecido solo atina a sonreírle y se marcha como
siempre, hasta llegar la noche para regresar
a su hogar, en ese momento ella lo observó atentamente y vio en su
mirada algo extraño, no era la mirada que alguna vez sus ojos quedaron
sorprendidos hacia él, se quedó con esa inquietud porque sentía que algo le
sucedía.
Continuaron los días, pasaban las
noches hasta que ella decidido hablarle, justo la luna estaba en todo su
esplendor era la única entre tantas estrellas la que brillaba más, Ana Cristina
se puso un vestido rosa, rizó sus cabellos dorados y pintó sus labios color
carmesí quería estar bonita para él aunque aquel muchacho no lo supiera.
Usualmente el solía pasar a las ocho de
la noche, eran las nueve, las diez, las once y no pasaba, al día siguiente fue
lo mismo, y al otro igual así pasó una semana en la espera de que aquel
anhelado joven pasara por el jardín y alegrara sus mañanas, ella estaba triste
porque no podía saber que pasaba, hasta que una noche la luna volvió a salir
más hermosa de lo que ya era y Ana Cristina le pidió a la luna que la deje
soñar con él para saber que pasaba, es lo que más quería, por favor querida
luna decía, esta noche no me abandones déjame soñar con él.
De pronto la dulce muchacha quedó
profundamente dormida y apareció en un hospital, todo estaba en silencio, y
solo podía alcanzar a ver una puerta blanca al terminar el camino, se dirigió
hacia allá, y estando tras la puerta lentamente giró la manija y vio al chico
de la linda mirada postrado en una cama, triste y sólo, ella se acercó y le
dijo: -tenia tantas ganas de verte y saber porque no pasabas por mi jardín, y
con una lágrima en los ojos él le responde: - lo siento pequeña de cabellos
dorados, yo también tenía ganas de verte por tu ventana, discúlpame si nunca me
atreví a hablarte y la vez que me
ayudaste a recoger mis papeles te regalé una sonrisa, pero es que sabía que
este momento llegaría en el que ya no esté aquí y no quiero que sufras, ella
muy acongojada: - No me digas eso, yo pude estar contigo siempre y darte las
fuerzas necesarias para que el tiempo pase más lento y podamos compartir lindos
momentos, él: - ya es tarde, lo siento tanto pequeña y si hoy estoy aquí en tus
sueños, es porque la luna me comentó que era lo que más anhelabas, ahora estoy
aquí, contigo, búscame en cada amanecer con una sonrisa, Busca mi mirada en el
anochecer pero más aún búscame con el beso que siempre soñé, con estas palabras
ella se acerca a él y sellan con un esperado y tierno beso aquel sueño que
tanto esperó Ana cristina, hasta que poco a poco se iba desvaneciendo el sueño
y despierta con un suspiro de nostalgia y unas lágrimas en los ojos, corre
hacia la ventana y el alma de aquel muchacho pasó por su jardín diciéndole
adiós.
CUNYA MOYANO, TANIAESPACIO-INTERIOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario