miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mi Condena



Aquí estoy,sentada,con esposas en mis manos, varios policías observándome, puedo verlo,hay miedo en sus ojos. ¿Porqué? ¿Qué fue lo que hice? Ah, ya recordé, fue por ese motivo, una tragedia, en fin, no podía resistirme, me sentía un objeto inútil.

Estoy a punto de contarles, lo que yo hice, por mi dignidad, para que todos sepan que ningún hombre puede pisotear a la mujer, me llamo Sofia Esperanza Arias Ramo y esta es mi condena...

Todo empieza cuando terminaba mis labores vendiendo mi caldo de gallina, mi esposo me ayudaba con los hambrientos clientes, quienes en su mayoría venían con buenas referencias de otros consumidores.

El negocio era rentable, era una mujer feliz, todo prosperaba como tenía que ser. Un día apareció un taxista muy atractivo, era de estatura media, desde el primer momento,hubo una conexión entre los dos -aunque él no lo supiera- iba a recoger a su madre, otra vendedora de comida quien se encontraba muy cercana a mi puesto.

Sin darme cuenta, ella ya nos estaba presentando, el se mostró muy amigable conmigo, yo viví enamorada de esa mirada tan penetrante que llegó a causarme sensaciones diferentes en mi persona, por unos momentos olvidaba a mi esposo y me concentraba cada noche pensando en David Nicolas Quichua Merino

Sin embargo, mi esposo me serviría para mis propósitos, no insistí hasta presentarle a David para que le hiciera taxi, y poco a poco forjaron una confianza por la cual podía verlo seguido.

Mis salidas amorosas con David se incrementaron debido a que me enteré que mi esposo sostenía aventuras con otras mujeres, esto por supuesto, no me importaba del todo, solo conseguía que me acercara a David.

Las cosas empeoraron cuando pasado un tiempo, David me dijo que nuestra relación informal ya no podía continuar, que él había encontrado una mujer mucho mejor, por supuesto, me negué a que me dejará, era imposible que él me hiciera esto, así que mi último movimiento fue el buscarlo en su hogar y decirle que me acompañara a un hotel, que sería la última vez que nos veríamos, accedió afortunadamente.

Espere muchas horas para que el cayera profundamente dormido, debido al cansancio de su trabajo, cuando vi que sus ojos se cerraron completamente, saqué de mi bolso mi enorme cuchillo el cual lo afilaba siempre para matar pollos, me dirigí lentamente hacía su parte íntima y se le corte desde la base el pene, podía ver como la sangre fluía lentamente, me sentía feliz por esta hazaña, él ya no iba a irse con otra persona, pero la felicidad me duró muy poco, porque a los pocos minutos me entró la razón y veía como perdía mucha sangre, así que lo lleve a un hospital lo mas pronto posible, donde después llamé a la policía y me declaré culpable por lo que fui llevada hasta la comisaría; mientras los periodistas ya estaban al tanto de esto, me observaban como yo iba lentamente hacía la sede policial para sentarme a declarar este terrible acto, ahora, esperaría con ansias mi condena, pero tenia claro que él ya no le pertenecería a nadie mas...

Por:  Samuel Moreno Luna

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