martes, 2 de octubre de 2012

El proverbio del desmoralizado


Atrapado. Esa es mi forma de vida. Atrapado en mi propio infierno, en mi mente, en esos enfermizos ideales que nunca terminan por dejarme en paz.

¿Paz? ¿Qué es eso? No encuentro la paz ni conmigo mismo y mucho menos lo haría con otras personas. Mi cabeza va a reventar, lo hará y no será producto de un disparo en la cien.

No hay peor cosa que ver a un desmoralizado,eso quiere decir, al verme a mi mismo al espejo, pero es más terrible cuando te encuentras rodeado de elementos humanos tan llenos de un optimismo barato; un optimismo que ni ellos mismos creen tener. La nula capacidad mental para abrir los ojos, rasgar la venda que cubre sus parpados y chocarse con la terrible realidad, la vida misma.

Me enfermo del hígado (como si el beber no fuera suficiente) al ver esas sonrisas hipócritas de muchos, imaginando que sus egos serán alimentados por la gente de su entorno, que intentan vivir la vida al "máximo" .

Patrañas, son solo patrañas, otro cuento, otra leyenda, otro mito, si, la gente vive engañada y muchos aún no conocen que el peor enemigo que pueden tener son ellos mismos y que mientras mas se tarden, cuando se levanten, no tendrán ni un solo motivo para seguir haciendo sus cosas.

¿Qué diablos? No importa la felicidad de ellos. Alguna vez fui tildado de egoísta, el golpe más duro que puede decirme alguien y juro que por la botella de ron que sostengo ahora mismo con muy pocas fuerzas. Si, he sido un egoísta, me encanta pensar en mi bienestar. Me he visto en la obligación de volver a cargar mi vaso con otra dosis de alcohol, mientras alucino y recuerdo cuando alguien me preguntó en alguna oportunidad "¿A donde se fue esa persona optimista tuya?"

¡Oh, la terrible tragedia que se llevo! Murió,es decir, morí. El ataúd con mis esperanzas se cerró por completo, el velorio ya sucedió hace mucho, el único presente era yo, despidiéndome entre lagrimas como iba hundiéndose bajo tierra todas esas virtudes.

Salí del bar, no había señales de ningún rayo de luz. Los alrededores donde estaba podía sentirse un silencio tenebroso, la única capacitada de alumbrarme entre la oscuridad, era la luna. La que muchos prometemos bajarla en señal de amor, sin embargo, ahora preferiría convertirme en un astronauta e ir a un viaje sin retorno hacia ese remoto lugar.

En fin, era hora de volver a casa, a mi aparente domicilio, al cual prefiero denominarlo "cloaca" , volveré sin sueños, caeré rendido ante mi propio cansancio tras haber sostenido varias copas de alcohol en mi cuerpo,mientras la cama me da vueltas y después de horas me levantaré con el terrible dolor de cabeza, y preferiré sentarme en algún lugar, a seguir amargado de toda mi decadente situación, a seguir sobreviviendo e intentar verla entre mis pensamientos.

Por: Samuel Moreno Luna

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