Detenerme por un momento y
observarte desde el pasadizo de aquella ventana que da al patio de la escuela, ni
siquiera mereces que te mire después de todo el daño que causaste, de toda tu
maldad que bien utilizaste con tus palabras, hoy de solo recordarlo me da tanta
rabia e impotencia por no haber hecho nada y simplemente dejarlo a Dios.
Y te sigo observando y estas
tu ahí, sonriente como si tu alma estuviera limpia de pecado, esa mirada malévola
y esa voz, aquella voz que suena tan ingenua ante los demás sin saber que aún
no sacas la máscara que llevas puesta si no hasta cuando decidas declararle la
guerra a alguien.
En ese momento se vienen a
mi recuerdos que me enervan la piel,
porque sigues como si nada y con aquella persona que te llevaste, enredándolo son
tus falsas palabras que ahora lo han envenenado y lo alejó de mi.
Y vienen a mi tantas
interrogantes, ¿siempre fuiste así?, ¿Qué te hice yo para ser tan mala? Entre tantas
que envuelven mi mente en este instante, puedo imaginar que para conseguir lo
que quieres te beneficias de las lágrimas de otros, causando daño, lastimando a
personas que no te hacen nada y el simple hecho de considerar a una persona
como hermano, por celos tuyos lo arrebataste del mundo donde en un momento fue
feliz.
No puedo dejar de
observarte, siento que son los segundos más frustrantes de mi vida por no bajar
a decirte tus cuatro verdades y preguntarte : ¿a quién le has comprado la vida
para ser tan sínica?, pero solo sigo mirándote y esa mirada refleja toda mi ira
hacia ti, y sonrío recordando aquella frase “si las miradas mataran”, tenlo por
seguro que no estarías riéndote así de hipócrita.
Pobre aquel que te acompaña,
Aquella a quien quise mucho, prácticamente mi hermano y más parece un títere,
hiciste que cambie y lo manipulas a tu antojo, dejó de hablarle a sus
verdaderos amigos por tus celos absurdos y tu frio y calculador pensamiento.
Pensar que en algún momentos
llegué a escucharte y fingiste ser alguien que merecía ser escuchada, solo para
saber lo que te convenía y luego envenenar con tus palabras y tus lágrimas falsas
aquella persona que hoy ya es un perfecto
desconocido.
Hasta donde llegarás con
todo esto,no lo sé solo muevo la cabeza en señal de pena no tanto por ti si no
por él; despierto de ese pensamiento y sigo mi camino, de nuevo a clase donde
me esperan mis verdaderos amigos.
Cunya Moyano, Tania
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