viernes, 5 de octubre de 2012

IRA EN LA MIRADA


Detenerme por un momento y observarte desde el pasadizo de aquella ventana que da al patio de la escuela, ni siquiera mereces que te mire después de todo el daño que causaste, de toda tu maldad que bien utilizaste con tus palabras, hoy de solo recordarlo me da tanta rabia e impotencia por no haber hecho nada y simplemente dejarlo a Dios.

Y te sigo observando y estas tu ahí, sonriente como si tu alma estuviera limpia de pecado, esa mirada malévola y esa voz, aquella voz que suena tan ingenua ante los demás sin saber que aún no sacas la máscara que llevas puesta si no hasta cuando decidas declararle la guerra a alguien.

En ese momento se vienen a mi recuerdos  que me enervan la piel, porque sigues como si nada y con aquella persona que te llevaste, enredándolo son tus falsas palabras que ahora lo han envenenado y lo alejó de mi.

Y vienen a mi tantas interrogantes, ¿siempre fuiste así?, ¿Qué te hice yo para ser tan mala? Entre tantas que envuelven mi mente en este instante, puedo imaginar que para conseguir lo que quieres te beneficias de las lágrimas de otros, causando daño, lastimando a personas que no te hacen nada y el simple hecho de considerar a una persona como hermano, por celos tuyos lo arrebataste del mundo donde en un momento fue feliz.

No puedo dejar de observarte, siento que son los segundos más frustrantes de mi vida por no bajar a decirte tus cuatro verdades y preguntarte : ¿a quién le has comprado la vida para ser tan sínica?, pero solo sigo mirándote y esa mirada refleja toda mi ira hacia ti, y sonrío recordando aquella frase “si las miradas mataran”, tenlo por seguro que no estarías riéndote así de hipócrita.

Pobre aquel que te acompaña, Aquella a quien quise mucho, prácticamente mi hermano y más parece un títere, hiciste que cambie y lo manipulas a tu antojo, dejó de hablarle a sus verdaderos amigos por tus celos absurdos y tu frio y calculador pensamiento.

Pensar que en algún momentos llegué a escucharte y fingiste ser alguien que merecía ser escuchada, solo para saber lo que te convenía y luego envenenar con tus palabras y tus lágrimas falsas  aquella persona que hoy ya es un perfecto desconocido.

Hasta donde llegarás con todo esto,no  lo sé solo muevo la cabeza en señal de pena no tanto por ti si no por él; despierto de ese pensamiento y sigo mi camino, de nuevo a clase donde me esperan mis verdaderos amigos.
Cunya Moyano, Tania

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