LA INJUSTICIA
Josué era un profesor de treintaicinco años, muy guapo y el más joven de todos los docentes en la academia, donde enseñaba el curso de matemática y en la cual llevaba ya diez años enseñando. Él siempre fue responsable, respetuoso y comprensivo con sus alumnos que lo llamaban el “gran maestro”, por su sabiduría y generosidad; además que para ellos era más que eso, era el amigo de todos.
Preparaba sus clases con gran dedicación, buscando lo métodos más sencillos para que sus pupilos entiendan fácilmente cada tema y no tuvieran problema en desarrollar los ejercicios; pero siempre están aquellos que a pesar de las facilidades que les da el profesor para que comprendan no lo logran y es por esos alumnos que se quedaba más de la hora correspondiente en la academia con el fin de aclarar sus dudas.
Lisa se encontraba entre ese grupo de estudiantes que siempre estaban buscando al profesor a la salida de las clases para consultarle todas sus dudas; sin embargo la actitud de ella era muy sospechosa porque lo buscaba todos los días con la excusa de no haber comprendido nada en clase y que necesitaba que le explique todo otra vez. Josué nunca se dio cuenta que Lisa tenía otras intenciones y no se molestaba volver a explicarle todo con gran paciencia y dedicación como lo hacía con todos sus alumnos.
En la academia todos los años se celebraba la llegada de la primavera con una gran fiesta que se realizaba en el gimnasio de la institución; donde todos los alumnos y profesores venían vestidos con lo mejor que tenían en su guardarropa a disfrutar de la buena comida y de la música que estaba a cargo de un grupo que tocaba los últimos hits de moda.
Para Lisa la fiesta significaba una gran oportunidad para hacer algo que había estado planeando hace unos meses atrás y tenía que ser una de las mejores noches de su vida. Ella se había encaprichado con Josué mejor dicho estaba obsesionada con él y pensaba que todas las atenciones que tenía su profesor con ella era porque el también la deseaba.
Faltaban una hora para que termine la fiesta, así que, Josué decidió retirarse a descansar a su casa. Cuando salía del gimnasio Lisa le dio el encuentro y le dijo que la acompañara a los vestidores para que ayude a un compañero que estaba teniendo un ataque de asma y necesitaba su ayuda. Él preocupado por la situación del muchacho fue corriendo a auxiliarlo, pero se dio con la gran sorpresa que no había nadie en ese lugar.
Entonces Lisa que estaba detrás de él le dijo que no se preocupara que todo estaba, que se dejara llevar y que no se hiciera el desentendido porque él también había estado esperando ese momento. Josué no salía de su asombro por la actitud de Lisa y le pedía explicaciones por su comportamiento, ya que ella mientras hablaba se iba sacando la ropa hasta que quedó completamente desnuda y se lanzó encima de él pidiéndole que la haga suya y que no desaprovechara esa gran oportunidad y que se dejara de hacer el loco porque él también deseaba lo mismo; en ese instante el profesor sorprendido, confundido y lleno de furia por la falta de respeto hacia su persona, la cogió de lo brazos y la tiró al piso y salió corriendo con dirección a la puerta de salida de la academia; mientras dos profesores que encontraban cerca de los vestidores lo observaban confundidos.
Momentos después salió Lisa gritando y llorando con dirección al gimnasio con el propósito de vengarse del profesor que la había humillado al despreciarla. Se dirigió al director de la academia y le dijo que Josué había abusado sexualmente de ella y que la amenazó con reprobarla en su curso si contaba a alguien lo sucedido, que siempre la acosaba y la celaba cuando la veía cerca de otros alumnos.
El director de la academia expulsó al profesor por la denuncia hecha por los padres de la alumna, que no dudaron en ser cómplices de su hija y pagar al médico que hizo las pruebas correspondientes que comprometían al docente y sin darle la oportunidad de defenderse de la calumnia que estaba manchando su reputación de hombre respetuoso, responsable y comprometido con su trabajo. Josué fue condenado a treinta años de cárcel solo por el capricho de Lisa una adolescente sin sentimientos.
Por: Gissela Carhuamaca Portillo
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