LA OSCURIDAD
Se acercaba el fin de semana y que mejor idea que salir fuera de Lima para distraerse y relajarse de tanto estrés producido por el intenso trabajo de mesera en un restaurant que atendía de lunes a domingo y se encontraba en el gran Mercado Central, en cual ya llevaba trabajando un dos años, de modo que, decidí pedir tres días de descanso, pedido que no me fue rechazado, debido a mi buen desempeño.
Era jueves cuando recibí la llamada de mi prima que me invitaba a pasar un par de días en su casa en pueblito alejado de la ciudad de Huancayo, así que decidí ir con tres amigas para conocer algunos lugares turísticos de la provincia y tomarnos muchas fotos para el recuerdo.
Partimos de la estación de buses la mañana del viernes, un día frío y de lluvia, pero alegres por conocer un destino de nuestro país, compramos caramelos de limón, agua y pastillas para evitar el soroche que siempre a los que no estamos acostumbrados a viajar. Llegamos a Huancayo después de ocho horas de viaje y ya mi prima nos estaba esperando en la agencia para llevarnos a almorzar una buena pachamanca y luego a acomodarnos en los cuartos que nos había preparado para descansar.
Nos quedamos muy llenas luego de comer, así que decidimos caminar un por el pueblo hermoso, que tiene el nombre de Huayucachi; observábamos el gran paisaje lleno de árboles altos y verdes que se movían de un lado a otro movidos por la brisa suave que los hacía bailar y que nos rodeaban inspirándonos seguridad; el cielo azul bello con nubes grandes que parecían copos de nieve y de mil formas, además el ruido suave que hacía el agua cristalina en su recorrido el río en que se encontraban mucho niños nadando y mujeres que lavaban sus ropas.
Mi prima nos indicó el camino de regreso a la casa, pero nos propuso llamarla a su celular cuando decidiéramos regresar para no perdernos, ya que, era la primera vez que andábamos por esos lares. Una de mis amigas la que consideraba la aventurera del grupo le dijo que podíamos llegar solas, que no se preocupara, porque el pueblo era muy tranquilo y que nada malo nos podía pasar.
Luego de caminar cerca de tres horas el cielo se iba oscureciendo, hecho ya nos permitía tomar buenas fotos del lugar, pero la aventurera nos dijo para eso tenemos el flash, claro que es muy útil pero la idea era captar el paisaje natural iluminado por el sol, para que así nuestras imágenes se vieran excelentes. Para ese entonces ya nos habíamos alejado mucho de la casa de mi prima, demasiado diría yo.
Decidimos regresar, pero ya todo estaba oscuro solo nos iluminaba algunas estrellas del cielo, me puse un poco nerviosa porque no acostumbro andar en la oscuridad, cosa que contagió a mis amigas incluyendo a la aventurera, así empezamos a caminar en dirección al pueblo, pero en realidad no sabíamos si lo estábamos haciendo bien porque no se podía ver nada y nuestros celulares no nos servían para nada.
Caminábamos y caminábamos, pero no sabíamos hacia donde; el silencio era único, pero en ese instante oímos el ruido que hacía el agua del río, así que nos alegramos porque estábamos más o menos cerca, nos agarramos de las manos que estaban sudosas por el miedo que nos causó escuchar unos pasos que no sabíamos por donde venían, una de mis amigas gritó del susto y empezamos a correr sin rumbo; solo escuchábamos los pasos que se hacían más cercanos y cada vez más, de pronto sentí que alguien me cogía una de mis manos y di un grito que seguramente podía despertar a todo un pueblo; entonces me desmayé fue eso lo que me dijeron cuando desperté en la cama de mi prima, ella había sido la que nos estaba siguiendo para llevarnos de vuelta a su casa.
Por: Gissela Carhuamaca Portillo.
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